sábado, 8 de septiembre de 2018

LA MUERTE DE CRISTO SEGÚN UN FORENSE.









Amémos el sacrificio de la cruz







El forense José Cabrera describe

 la tortura y muerte de Jesús en

'CSI: Jesús de Nazaret' 













El autor se ha basado en documentación de la 

época y en las improntas de la Sábana Santa de 
Turín, "cuyo valor nadie ha desmentido".



Asegura que entre la detención y la muerte 

en la cruz de Jesús pasaron 24 horas y una 
vez crucuficado, sólo tardó dos horas en morir. 

Jesús recibió 300 latigazos con un 'flagelum', 
un tipo de látigo con varias colas que acababan 
en bolas de plomo. 

Portada de 'CSI: Jesús de Nazaret', libro de José Cabrera. 

NEVERLAND EDICIONES El forense
José Cabrera ha descrito las lesiones sufridas por Jesús 
de Nazaret desde el momento de su detención hasta su 
muerte en la cruz, analizando la documentación de la 
época y las improntas de la Sábana Santa, y ha recogido
sus conclusiones en CSI: 

"Jesús de Nazaret. El crimen más injusto. 
Cabrera ha asegurado que ha elegido para su libro, 
publicado por Neverland Ediciones, ese título llamativo 
"para que la gente se acerque a descubrir la figura de 
Jesús" conozca cómo fue su muerte desde un triple 
enfoque: forense, criminológico y judicial. 








Aun sin cuerpo se puede efectuar un "análisis forense 
retrospectivo" basado en testimonios y documentación 
de la época, como los Evangelios y otros textos apócrifos, 
que no falsos sino no ortodoxos, y que fueron descartados 
en el Concilio de Nicea, y en las improntas de la Sábana 
Santa, cuyo valor "nadie ha desmentido", según el forense. 


La documentación histórica romana establece 
que desde la detención hasta la muerte en la 
cruz de Jesús transcurrieron 24 horas, y que, una 
vez crucificado, sobrevivió dos horas, cuando algunos 
crucificados duraban incluso varios días, señal, según 
Cabrera, de la intensidad de las torturas previas de las 
que fue objeto. Heridas Las punciones en todo el cuero 
cabelludo señalan que no fue una corona sino un casco 
tupido de espinas lo que llevó en la cabeza, espinos que, 
según Cabrera, los legionarios romanos no tuvieron que 
buscar, sino que tenían cerca porque eran los utilizados 
para prender el fuego, al igual que en algunas zonas de 
España se utilizan sarmientos. 






--La nariz la tenía fracturada por un golpe y el hombro 
derecho desollado por el peso del patibulum o palo corto 
de la cruz, cuyo peso era de entre 40 y 50 kilos, ya que 
no transportó toda la cruz 

—La parte grande permanecía clavada en el suelo, a la 
espera del crucificado

—. Los latigazos los recibió de un flagelum romano o látigo 
que partía de un palo o asidero y cuyas colas terminaban en 
bolas de plomo. La ley prohibía golpear con este látigo en la 
cabeza o en otros órganos vitales para provocar sufrimiento 
pero no la muerte, de modo que Jesús, que recibió hasta 300
impactos de esas bolas de plomo 






—el triple de lo permitido en la ley judía

—Ya llevaba varias costillas fracturadas en el momento 
   de acarrear el patibulum. También se desolló ambas 
   rodillas hasta la rótula por el efecto de las caídas y el 
   peso del palo de la cruz. 

--Los clavos le atravesaron las muñecas pasando entre 
   los huesos, mientras que para los pies, superpuestos, 
   se empleó un solo clavo que entró por los empeines, 
   donde el pie es más ancho. 

Según Cabrera, habitualmente se ataba a los crucificados 
y los clavos, por ser muy caros, se reservaban para...
            
                              "Ocasiones especiales"





El centurión de la guarnición romana, antes de abandonar 
el lugar del sacrificio, tenía la misión de asegurarse de que 
el crucificado estaba muerto para garantizar que nadie lo 
descolgaba con vida, por lo que en el caso de Jesús le 
atravesó el corazón clavando la lanza de abajo a arriba 
y de derecha a izquierda. Y de la herida, según las 
Sagradas Escrituras, brotó agua y sangre...

—El agua era el suero que rodea el corazón cuando 
   la agonía se prolonga durante horas, según Cabrera.








—El forense efectúa igualmente un análisis criminológico de los 
elementos que acompañaron las torturas y otro judicial de los 
"saltos" que se dieron en el proceso entre las dos leyes vigentes 
en Palestina, la romana y la judía, con la idea de perjudicar al reo.

 "Pilatos, al final, no tuvo ningún elemento objetivo para condenar 
a Jesús, y lo condena por razones políticas", ha concluido. Cabrera 
ha recordado que fue en el siglo XX, al papa Pío XII, al primero que 
un cirujano, Pierre Barbet, le describió estas lesiones y los sufrimientos 
que conllevan desde el punto de vista científico, y ha asegurado que el 
papa lloró al admitir: 



          "No lo sabíamos, nadie...

            nos lo había contado así".