Sobre el salmos 23
“Al final de una cena en un castillo inglés, un
famoso actor de teatro entretenía a los
huéspedes declamando textos de Shakespeare.
Después se ofreció a que le pidieran alguna
pieza extra. Un tímido fraile preguntó al actor
si conocía el salmo 23.
El actor respondió: ‘Sí, lo conozco, pero estoy
dispuesto a recitarlo con una condición; que
después lo recite usted’.
El fraile se sintió un poco incómodo,
pero accedió.
El actor hizo una bellísima interpretación, con
una dicción perfecta: ‘El Señor es mi Pastor,
nada me falta…’ Al final, los huéspedes
aplaudieron vivamente.
Llegó el turno al fraile, que se levantó y, tras
un momento de silencio y cerrando los ojos,
recitó lentamente las mismas palabras del
Salmo. Esta vez, cuando terminó, no hubo
aplausos, sólo un profundo silencio y el inicio
de lágrimas en algún rostro.
El actor se mantuvo en silencio unos instantes,
después se levantó y dijo: ‘Señoras y señores,
espero que se hayan dado cuenta de lo que ha
sucedido esta noche: yo conocía el Salmo, pero
este hombre conoce al Pastor”.
El Señor es mi pastor
Salmos 23
El Señor es mi pastor;
nada me falta.
En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume en mi cabeza,
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor,
por siempre viviré.
Dios Habla Hoy (DHH)
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