De Plenitud en plenitud!!
Dios quiere llevarte a un nuevo nivel de bendición
y que pases a una dimensión de fe y milagros:
Que tengas una comunión plena con el
Precioso Espíritu Santo.
En el libro de Ezequiel, capítulo 47, el profeta
de Dios recibe la visión de ser llevado a un río
que sale por debajo de la entrada del templo,
desafiado a internarse en sus aguas y descubrir
las bondades de ese río, el cual a medida que
corre se hace mas ancho y profundo.
¡El propósito de este río es dar vida abundante
y sanidad de Dios a la tierra y al pueblo!
Ezequiel 47:9 dice:
“Por donde corra este río, todo ser viviente
que en él se mueva vivirá. Habrá peces
en abundancia porque el agua de este río
transformará el agua salada en agua dulce,
y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá”
(NVI).
En la Palabra de Dios, el agua o los ríos
simbolizan la presencia del precioso Espíritu
Santo en la vida del creyente. Jesús dijo:
“De aquel que cree en mí, como dice la
Escritura, brotarán ríos de agua viva”
Juan 7:38, (NVI).
El “agua viva” es el Espíritu Santo y las
bendiciones de vida que Él ha venido a darte;
la presencia del Espíritu Santo es lo que marca
la diferencia en tu vida, tú decides si te quedas
en la orilla solo observando o nadas y te
internas en sus aguas profundas ¡Ese es el
nivel de comunión y compromiso que
debes estar dispuesta a tener con Dios!
Existe un desafío para ti a que entables una
comunión más profunda y estrecha con el
precioso Espíritu Santo. No te quedes en la
orilla del plan de Dios, no te conformes con
lo poco; ora, busca el rostro del Señor, anhela
estar donde la corriente es ya un río muy hondo
que no puedes cruzar a pie y la única manera
de cruzarlo es nadando.
¡Tu vida no volverá a ser la misma! El río del
Espíritu saciará tus necesidades más profundas.
Tu corazón puede estar hoy sediento, en terreno
seco, árido, pero cuando entres al río del Espíritu,
te llenarás del agua viva y no tendrás sed nunca
más, Él sanará por completo tu corazón.
Si vienes a Jesús con fe,
Pero el que beba del agua que yo le daré, no
volverá a tener sed jamás, sino que dentro de
él esa agua se convertirá en un manantial del
que brotará vida eterna.
Juan 4:14. (NVI).
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